A medida que la crisis económica que atravesamos ha ido avanzando hemos visto como la crisis saltaba de un sector a otro, de un lugar a otro extendiéndose como una enfermedad contagiosa.
Primero fue la crisis inmobiliaria, de ahí saltó a los bancos que extendieron el problema al sistema financiero. Con un sistema financiero dañado, la financiación no llega a las empresas y el paro se extiende como una lacra. Para evitarlo, docenas de países han puesto en marcha una oleada de planes de rescate bancarios para tratar de sostener el sistema.
Sin embargo, el daño fue tan grave que algunos países no pudieron soportarlo. Concretamente el caso más llamativo fue el de Islandia, cuya grave situación le ha llevado a tener que pedir un préstamo de emergencia.
Islandia, aún siendo un país pequeño, puede solo ser un anticipo de lo que puede pasar en los próximos meses. Y aunque algunas señales empiezan a aparecer en la buena dirección y cierto grado de optimismo ha vuelto, hay temor a que el daño sea demasiado grave. ¿Y si los países empiezan a quebrar?
Sin duda estamos en el momento clave. Por un lado empezamos a ver señales positivas de recuperación. Quizás la más importante es que la crisis ya se ha asumido en las conciencias de la gente y ha dejado de ser noticia para ser una realidad. Esto por si solo puede ser bueno. En el momento en que el pesimismo deja paso a la resignación estamos cerca de tocar fondo.
Sin embargo muchos economistas, de la corriente de pensamiento pesimista, creen que lo peor no ha llegado todavía. Según estos, no hemos visto todavía el alcance del daño en los países. Algunos de estos ya han empezado a dar alarmantes señales. Entre el colectivo de países más amenazados además de los anglosajones tenemos a los países del sur y sobre todo los del este de Europa.
¿Qué pasaría si de pronto una cascada de economías se declarase en quiebra? ¿Es técnicamente posible que esto ocurra? En teoría una quiebra nacional no es posible. Los países, al contrario que las empresas, no se disuelven por lo que lo que se suele llamar quiebra en el caso de países se denomina suspensión de pagos. Aún con todo, una suspensión de pagos es una medida muy negativa para el país que la tiene que declarar. Primero porque supone reconocer la mala situación desde el punto de vista financiero, lo que aleja toda potencial inversion futura y segundo porque es el resto de la comunidad internacional, a través de las relaciones comerciales con el país la que tiene que financiar su suspensión.
Solo hay que mirar la situación de Islandia que a causa de las fuertes inversiones del país en bonos subprime ha tenido que declarar la nacionalización de toda la banca y solicitar un prestamo de emergencia al FMI. El caso de Islandia recuerda al de Argentina hace unos años cuando tuvo que solicitar la ayuda del Fondo en una situación mucho más onerosa y costosa para este país.
Hoy mismo se ha conocido que la UE acaba de dotar con unos cuantos miles de millones más los fondos de ayuda a los países del Este así como otra aportación multimillonaria para el FMI que se encuentra en una situación presupuestaria delicada.
Que se arruine Islandia, un país relativamente pequeño y poco poblado, es soportable. ¿Pero y si un país del tamaño de España o de Reino Unido cayera? ¿Podrían las demás economías resistirlo?
La historia juzgará si esta crisis es más o menos grave que la gran depresión en función de si los países quiebran.
Primero fue la crisis inmobiliaria, de ahí saltó a los bancos que extendieron el problema al sistema financiero. Con un sistema financiero dañado, la financiación no llega a las empresas y el paro se extiende como una lacra. Para evitarlo, docenas de países han puesto en marcha una oleada de planes de rescate bancarios para tratar de sostener el sistema.
Sin embargo, el daño fue tan grave que algunos países no pudieron soportarlo. Concretamente el caso más llamativo fue el de Islandia, cuya grave situación le ha llevado a tener que pedir un préstamo de emergencia.
Islandia, aún siendo un país pequeño, puede solo ser un anticipo de lo que puede pasar en los próximos meses. Y aunque algunas señales empiezan a aparecer en la buena dirección y cierto grado de optimismo ha vuelto, hay temor a que el daño sea demasiado grave. ¿Y si los países empiezan a quebrar?
Sin duda estamos en el momento clave. Por un lado empezamos a ver señales positivas de recuperación. Quizás la más importante es que la crisis ya se ha asumido en las conciencias de la gente y ha dejado de ser noticia para ser una realidad. Esto por si solo puede ser bueno. En el momento en que el pesimismo deja paso a la resignación estamos cerca de tocar fondo.
Sin embargo muchos economistas, de la corriente de pensamiento pesimista, creen que lo peor no ha llegado todavía. Según estos, no hemos visto todavía el alcance del daño en los países. Algunos de estos ya han empezado a dar alarmantes señales. Entre el colectivo de países más amenazados además de los anglosajones tenemos a los países del sur y sobre todo los del este de Europa.
¿Qué pasaría si de pronto una cascada de economías se declarase en quiebra? ¿Es técnicamente posible que esto ocurra? En teoría una quiebra nacional no es posible. Los países, al contrario que las empresas, no se disuelven por lo que lo que se suele llamar quiebra en el caso de países se denomina suspensión de pagos. Aún con todo, una suspensión de pagos es una medida muy negativa para el país que la tiene que declarar. Primero porque supone reconocer la mala situación desde el punto de vista financiero, lo que aleja toda potencial inversion futura y segundo porque es el resto de la comunidad internacional, a través de las relaciones comerciales con el país la que tiene que financiar su suspensión.
Solo hay que mirar la situación de Islandia que a causa de las fuertes inversiones del país en bonos subprime ha tenido que declarar la nacionalización de toda la banca y solicitar un prestamo de emergencia al FMI. El caso de Islandia recuerda al de Argentina hace unos años cuando tuvo que solicitar la ayuda del Fondo en una situación mucho más onerosa y costosa para este país.
Hoy mismo se ha conocido que la UE acaba de dotar con unos cuantos miles de millones más los fondos de ayuda a los países del Este así como otra aportación multimillonaria para el FMI que se encuentra en una situación presupuestaria delicada.
Que se arruine Islandia, un país relativamente pequeño y poco poblado, es soportable. ¿Pero y si un país del tamaño de España o de Reino Unido cayera? ¿Podrían las demás economías resistirlo?
La historia juzgará si esta crisis es más o menos grave que la gran depresión en función de si los países quiebran.
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