viernes, 8 de abril de 2011

Obsesionados con el crecimiento económico


Vivimos en una sociedad obsesionada con el crecimiento económico. Creemos que tener más es vivir mejor. Que el bienestar está relacionado con la posesión cada vez mayor de bienes materiales. Cuantos más tengamos, mejor estaremos. Esa parece la consigna de todas las economías capitalistas: aumentar todo lo posible el Producto Interior Bruto del país para que sus ciudadanos vivan “teóricamente” mejor.

Es cierto que la satisfacción de determinadas necesidades básicas produce una mayor felicidad, tales como tener para comer, un sitio para vivir y una ropa que poder vestir. Pero pensamos que teniendo la casa más lujosa, la comida más abundante y la ropa más cara nos va a hacer todavía más feliz, cuando en el 99 % de los casos es al contrario.

Una falacia creada con el objetivo de sostener lo insostenible, el crecimiento eterno.

Piensa en un objetivo, algún producto que hayan desechado últimamente y que realmente podrían haber seguido utilizando. Algo que tiraron bien porque tenía un ligero desperfecto que no podían o no querían reparar, algo que se haya quedado anticuado o que tecnológicamente se haya quedado atrasado.

Podrías haber seguido utilizándolo. Pero la presión social o la obsolescencia programada* te ha obligado a actualizarte. A gastarse un dinero que si lo meditas, probablemente no te hubiera sido necesario gastar.

No es asunto baladí. Los productos se fabrican para que duren poco o para que pasen de moda rápido, de manera que, recurrentemente, tengamos que comprar el mismo producto de primera mano.

¿Con esto que consiguen? Mantener artificialmente una producción, que de otra manera no existiría. De haber frigoríficos, lavadoras u ordenadores que durasen 25 años. De tener ropa y complementos que nunca pasaran de moda, nunca sentiríamos la necesidad material que todo ser humano inmerso en el mundo capitalista siente de vez en cuando: consumir.

Y si no consumimos, no tiene sentido producir. Como mucho reparar. Por lo que un sistema económico basado en la durabilidad de sus bienes producidos llevaría inevitablemente al “decrecimiento económico” respecto al modelo actual.

Al oír decrecimiento, lo habrás asociado una connotación negativa. Es una reminiscencia mental del continuo lavado mental al que estamos sometidos en esta sociedad de consumo. “Decrecer es malo” es lo que asocias siempre que oyes que “el objetivo de crecimiento para este año es del no se cuantos %”. Nos hemos obsesionado con el crecimiento.

E incluso ahora, en plena crisis económica, seguimos pensando que la solución de los problemas del paro están relacionados con el crecimiento. Y a la vez se nos llena la boca de temas como el desarrollo sostenible, el ecologismo, etc… El crecimiento eterno es incompatible con la sostenibilidad del sistema económico.

Algún día, inevitablemente, dejaremos de crecer. O reducimos nuestro consumo por habitante, o reducimos nuestra población. De hecho esto geográficamente ya se está produciendo. En muchos lugares de África ya no pueden sostener su economía debido a la destrucción de sus recursos naturales. Por lo que el ajuste se está produciendo vía población. Miles y miles de personas mueren de hambre no por casualidad, sino porque por aquí, en el primer mundo, seguimos erre que erre, creyendo que creceremos eternamente.

*Recomendadísimo documental sobre la obsolescencia programada y la escasa duración de los bienes de consumo:
**Más información sobre la teoría del decrecimiento económico en un completísimo artículo de la Wikipedia:

4 comentarios:

  1. Entraba a hacerte una visita, pero creo que vuelvo a leerlo con mas tranquilidad. Es interesante y hay mucho que leer con detenimiento.

    Saludos.

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  2. El tema es interesante, independientemente de la calidad de mi artículo. Te recomiendo enormemente el documental de comprar, tirar comprar que tienes enlazado al final del artículo.

    gracias por la visita

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  3. Hace tiempo que vengo leyendo sobre el cénit del petróleo y el fin de la energía barata. Así que cuando oí por primera vez las ideas decrecionistas, me chocó un poco, pero tiene toda la lógica. Al final, el decrecimiento ocurrirá, al igual que pinchó la burbuja inmobiliaria, pero con peores consecuencias. Y no creo que sea una reducción controlada. Más bien veo guerras y hambre. Y a la larga, el fin de la civilización, cuando el cambio climático vuelva el planeta inhóspito.

    Sólo hay un punto en el que no estoy muy convencido: el efecto debote. Se supone que si nos conformamos con el nivel de vida actual y no queremos uno que consuma, y le añadimos nuevas tecnologías más eficientes, cada vez gastaremos menos. Pero pienso que si nos conformamos con menos y llegamos a un punto de equilibrio, al no existir escasez de recursos, tampoco habrá incentivos para mejorar la tecnología, así que veo poco probable un efecto "debote".

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  4. Justo hace poco, en una entrevista, me preguntaron por el tema del crecimiento económico y, en efecto, el mensaje que se envía a la sociedad es el del crecimiento infinito como dogma de fe del actual sistema y, por tanto, cualquier cosa contraria a dicho dogma es algo negativo y nefasto. Habría que explicarle a la gente que la economía es cíclica, que siempre ha sido así y que el decrecimiento, consecuentemente, es algo natural e inherente a cualquier economía.

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