miércoles, 11 de noviembre de 2009

El Contrato Social


Permítanme usar las palabras de la Wikipedia para explicar la naturaleza del contrato social:

"...para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social implícito, que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza. Siendo así, los derechos y deberes de los individuos constituyen las cláusulas del contrato social, en tanto que el Estado es la entidad creada para hacer cumplir con el contrato. Del mismo modo, los hombres pueden cambiar los términos del contrato si así lo desean; los derechos y deberes no son inmutables o naturales."

Es decir, los ciudadanos admitimos ser gobernados en tanto nuestra calidad de vida sea aceptablemente soportable. Cuando los ciudadanos no están contentos con su gobierno, el contrato social se rompe (por una revolución, revueltas civiles o un vuelco electoral) y la forma de gobierno debe transformarse para ajustarse mejor a la sociedad subyacente.

En realidad, es algo más complejo que eso. La voluntad de los individuos para romper el contrato social depende de la generalidad del descontento y de la relación entre el coste de la ruptura del contrato y la ganancia apercibida.

Que una persona (o incluso un grupo) se encuentre descontenta con su gobierno no es suficiente para romper el contrato social. La situación debe ser suficientemente generalizada para que el poder de las masas supere a la oposición gubernamental.

Respecto al coste de la ruptura es lo que los individuos se arriengan a perder con la ruptura del contrato: su status, la paz, la vida... Depende de varios factores: la magnitud del cisma entre la sociedad y el gobierno, la flexibilidad de éste último,...

La ganancia apercibida es lo que los individuo preven que pueden conseguir con la ruptura del contrato. Por muy mal que esté una sociedad, si no se extienden nuevas ideas el contrato no se romperá. Normalmente, estas ideas son promovidas por visionarios con ambiciones de poder (hablaré de ello en el siguiente post).

En general, cuanto más tiempo permanezca un gobierno inmutable ante los cambios de una sociedad, más violenta será la reacción cuando el contrato se rompa. Por ejemplo: la Revolución Rusa. Se suele decir que el gobierno británico es uno de los más estables del planeta ya que lleva siglos sin ninguna revolución digna de mención; debido quizás a la inteligencia de sus gobernantes que han sabido amoldar la forma de gobierno a los cambios sociales o a que estos cambios sociales no fueron tan bruscos debido al aislamiento del continente y las nuevas ideas allí surgidas.

Se puede ver, además, el coste de ruptura como una presión selectiva darwiana que separa lo importante (derecho a la huelga, la jornada laboral de 8h.,...) de otras que no lo son (el trafico,...).

Y con esto llegamos al objetivo de este post. La democracia surge del reconocimiento del contrato social como realidad histórica e implementa mecanismos para reducir al mínimo el coste de ruptura mediante la programación de "consultas" al pueblo sobre el mismo. Reconoce a su vez que sólo las masas tienen la capacidad para romper ese contrato de ahí que sea la mayoría la que decida (postergando a las minorías, otro tema para otro momento).

La democracia es un sistema de gobierno inmejorable para el alivio de la tensión social. La promesa de un cambio hace que los ciudadanos resistan la presión mejor que cualquier otro sistema de gobierno. Consigue además separar la forma de gobierno de los gobernantes: las críticas siempre van hacia los gobernantes y no hacia la propia democracia; consiguiendo con ello una mayor estabilidad.

Pero la reducción del coste de ruptura tiene algunas desventajas. La primera es la trivialización de los términos del contrato. Nadie en su sano juicio iniciaría una revolución sangrienta por la cuestión de si el botellón debe ser permitido o prohíbido. Sin embargo, en una democracia es una materia de agria disputa electoral.

Otra consecuencia son los derechos de "quita y pón". En general, existe la percepción de que los derechos ganados electoralmente son menos importantes que los alcanzados con sangre. Ningún gobierno osaría tocar derechos como el derecho a huelga o contra el trabajo infantil. Sin embargo, los derechos ganados electoralmente como el aborto o el matrimonio homosexual varían mucho entre una legislatura y otra.

Tal parecemos como un niño malcriado que cuando se harta de jugar con un juguete, lo tira y pide otro. Quizás, como dicen nuestros padres, para apreciar realmente algo, hay que saber lo que cuesta.

Artículo de Alex T

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2 comentarios:

  1. Bueno, el artículo como ya te dije en su momento está bien. Pero sigo sin entender porque estás en contra de la democracia directa, cuando tú mismo estás exponiendo algunas de las pegas de la democracia.

    Por ejemplo una de las cosas subrayadas. Admitimos ser gobernados en tanto que nuestra calidad de vida sea soportable. De no serlo, y de mantenerse mucho esa situacion yo entiendo que la gente acabe explotando.

    Pero por lo que tú expones, la democracia es un acuerdo de mínimos. Pues los políticos siempre podrán ir aprobando determinadas medidas para garantizarse el asiento o dicho vulgarmente, salvar el culo.

    La democracia directa, como yo la visiono, arregla en parte ese problema. Ya deja de ser un acuerdo de mínimos. Ya no nos dejamos mangonear en la medida de que mientras "sea nuestra vida soportable" no me importa.

    Con la DD pasamos a un sistema en el que el ciudadano es una parte activa, un engranaje del sistema.

    Bueno, un saludo

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  2. Para eso existe la no retroactividad de las leyes.

    Aunque un nuevo gobierno más conservador prohibiera los matrimonios entre personas del mismo sexo, no se pueden deshacer los matrimonios ya celebrados. Es como comprar algo de oferta durante la semana fantástica del corte inglés.
    Y si sale una nueva ley en la que se prohíban, deben avisar con un año de plazo, para evitar problemas.

    Aunque es verdad que las leyes que no paran de cambiar generan confusión. Yo ya no sé si me multan por conducir con dos cervezas o con una, y cada vez que me entero, la multa es más gorda... creo que ahora te mandan a la cárcel por mirar un bar mientras esperas en el semáforo.

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