Se recomienda haber leído la primera y segunda parte
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Entonces la tendencia cambió bruscamente. Otras burbujas estallaron al mismo tiempo en Ámsterdam y París (Compañía del Missisippi de John Law) y la situación económica internacional disminuyó la confianza en la Compañía y aceleró la caída de la cotización. La crisis se propagó a los bancos, también accionistas de la compañía, y aunque el gobierno intentó desesperadamente salvar la situación, no pudo evitar que la cotización se hundiera de forma fulminante hasta debajo de las 200 libras al finalizar septiembre (menos del 20% de principios de agosto) y se estabilizara sobre las 120 libras antes del fin de año. Ante la cólera de los inversores (el mismo gerente, John Blunt, fué víctima de un atentado fallido), el mismo Parlamento se disolvió en diciembre, y una comisión ocupó su lugar. En su informe publicado en 1721, y gracias a los informes que el gerente Blunt había entregado a cambio de una amnistía parcial, se reveló un fraude de gran amplitud organizado por los directores de la compañía. Dichos directores fueron arrestados y llevados a la Torre de Londres. La mayor parte fueron desposeídos de sus bienes y terminaron desgraciadamente: Así, a John Blunt no le quedaron más de 5.000 libras de las 183.000 que llegó a tener, y James Craggs, ilustre miembro de la compañía, parlamentario, político y empresario, se suicidó.
Aunque el nuevo canciller y el primer ministro lord del tesoro, Robert Walpole, anunciaron una serie de medidas para restablecer la confianza pública y la solvencia de la compañía, la ruina de miles de personas no pudo evitarse y Gran Bretaña entró en una grave depresión económica. La compañía continuó con su comercio no obstante (cuando no quedaba interrumpido por la guerra) hasta el inicio de la Guerra de los Siete Años. Sin embargo, a partir de entonces su principal función fue siempre manejar la deuda gubernamental, más que comerciar con las colonias españolas. La compañía de los mares del sur continuó encargándose de administrar parte de la deuda nacional hasta que se abolió en la década de 1850.
En esta ocasión la quiebra no distinguió entre plebeyos y nobles, y entre los accionistas que se arruinaron estuvieron miembros del gobierno; incluso Isaac Newton, después de haber obtenido una ganancia de 7.000 libras en abril, volvió a entrar atraído por unos mejores beneficios y acabó perdiendo 20.000. Nunca quiso volver a hablar de los Mares del sur, aunque más tarde declaró: "Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes".
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Entonces la tendencia cambió bruscamente. Otras burbujas estallaron al mismo tiempo en Ámsterdam y París (Compañía del Missisippi de John Law) y la situación económica internacional disminuyó la confianza en la Compañía y aceleró la caída de la cotización. La crisis se propagó a los bancos, también accionistas de la compañía, y aunque el gobierno intentó desesperadamente salvar la situación, no pudo evitar que la cotización se hundiera de forma fulminante hasta debajo de las 200 libras al finalizar septiembre (menos del 20% de principios de agosto) y se estabilizara sobre las 120 libras antes del fin de año. Ante la cólera de los inversores (el mismo gerente, John Blunt, fué víctima de un atentado fallido), el mismo Parlamento se disolvió en diciembre, y una comisión ocupó su lugar. En su informe publicado en 1721, y gracias a los informes que el gerente Blunt había entregado a cambio de una amnistía parcial, se reveló un fraude de gran amplitud organizado por los directores de la compañía. Dichos directores fueron arrestados y llevados a la Torre de Londres. La mayor parte fueron desposeídos de sus bienes y terminaron desgraciadamente: Así, a John Blunt no le quedaron más de 5.000 libras de las 183.000 que llegó a tener, y James Craggs, ilustre miembro de la compañía, parlamentario, político y empresario, se suicidó.
Aunque el nuevo canciller y el primer ministro lord del tesoro, Robert Walpole, anunciaron una serie de medidas para restablecer la confianza pública y la solvencia de la compañía, la ruina de miles de personas no pudo evitarse y Gran Bretaña entró en una grave depresión económica. La compañía continuó con su comercio no obstante (cuando no quedaba interrumpido por la guerra) hasta el inicio de la Guerra de los Siete Años. Sin embargo, a partir de entonces su principal función fue siempre manejar la deuda gubernamental, más que comerciar con las colonias españolas. La compañía de los mares del sur continuó encargándose de administrar parte de la deuda nacional hasta que se abolió en la década de 1850.
En esta ocasión la quiebra no distinguió entre plebeyos y nobles, y entre los accionistas que se arruinaron estuvieron miembros del gobierno; incluso Isaac Newton, después de haber obtenido una ganancia de 7.000 libras en abril, volvió a entrar atraído por unos mejores beneficios y acabó perdiendo 20.000. Nunca quiso volver a hablar de los Mares del sur, aunque más tarde declaró: "Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes".
Realizado por Bobby.
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