martes, 5 de julio de 2011

Política y poder (3)

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El político
Llamamos político al que consigue hacer de la política su medio de vida. En las democracias actuales, los políticos son comerciales expertos en imagen y relaciones personales que venden un producto (la idea de que un partido político es mejor) a un objetivo (los potenciales votantes). Los empleadores del político son personas con poder o grupos de presión, que financian al político para que éste logre acceder a un cargo público y, desde ahí, gobierne de la forma que más les convenga a sus empleadores.

Una ventaja que tiene el político respecto a un trabajador normal, es que al hacer de la política su medio de vida, al conocerla bien, también la puede utilizar como herramienta para mejorar en su trabajo. Pero difícilmente logrará acumular más poder que el que tengan sus empleadores.

El político exitoso mejora sus ingresos cuando logra un cargo público. Es la recompensa cuando las ventas han ido bien.

La corrupción.
El político se corrompe a dos niveles: personal y sistémico.

En lo personal la corrupción aparece cuando el político logra acumular cierto poder. Dicho poder le permite actuar con cierta impunidad, ocultando hechos o evadiendo castigos de sus posibles fechorías. Esto le incita a utilizar el poder del cargo público, que debe usarse en beneficio del pueblo, para su beneficio personal, lo que a su vez le vuelve más poderoso y más inmune para la próxima vez. Esto es el político corrupto por antonomasia.

En lo sistémico la corrupción ocurre cuando el político se ve obligado a incurrir en delitos para pagar sus deudas con los que le pusieron en el cargo. Si alguna vez son pillados, entre todos se encargan de tapar el asunto y aquí no ha pasado nada. Pero si al político se le ocurre pensar que los ciudadanos le han votado a él para que les represente en el gobierno y se le ocurre gobernar para favorecer al pueblo, y se olvida de gracias a quién está donde está, en ese caso el político sufrirá un escándalo tras otro hasta que se vea obligado a abandonar la política.

Los políticos de partidos pequeños tienen menor riesgo de sufrir corrupción sistémica, pero también tienen pocas posibilidades de alcanzar un cargo público.

No existe una receta mágica para acabar con la corrupción, al fin y al cabo necesitamos políticos, pero la transparencia en la gestión y las renovaciones en los cargos mitigan sus efectos.

Artículo de Abraham J. Palma

2 comentarios:

  1. Hay una cosa en la que no puedo estar de acuerdo y es referente al último parrafo que daría para otro artículo.

    ¿De verdad necesitamos a los políticos? Bajo este sistema indudablemente sí, pues se sustenta en la representación de la ciudadanía. Pero si la ciudadanía tuviera las herramientas para representarse a si mismo no necesitaríamos a los políticos.

    Por lo demás estoy de acuerdo con lo que afirmas, pero con ese matiz. En la democracia representativa actual hay muchos incentivos a la corrupción y a convertir la política en una profesion. Cuando yo siempre he creído que la política debería ser un mero servicio público no remunerado o remunerado lo justo o pertinente si requiere una dedicacion elevada

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  2. Ciertamente, si trasladas la capacidad de tomar decisiones a más gente, estás disminuyendo el poder que tiene el político, con lo cual también disminuyes sus posibilidades para ser corrupto. Un cambio como el que propones, no va a venir solo, por razones obvias.

    Pero aunque lo consiguieras, siempre hará falta alguien que venga a contarnos las excelencias de una decisión u otra, y al que le creeremos principalmente por lo bien que habla o lo bien que viste.

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