martes, 15 de septiembre de 2009

Sanidad eficiente


Hace unos años que vengo notando una cierta tendencia a que se recorten gastos en la sanidad de mi comunidad. Ciertamente no sé si será algo generalizado, no tengo datos ni tampoco me he puesto a buscarlos. Confieso mi vagancia. Pero a veces las impresiones pueden ser una buena guía. Una punta de lanza para empezar un estudio.

Y la intuición me dice que cada vez rigen más los criterios de “eficiencia” en la Sanidad pública. No digo que este factor sea totalmente malo. Eficiencia es al fin y al cabo una gestión adecuada de los escasos recursos disponibles. Pero no en todos los factores puedo estar de acuerdo con que se asuman criterios de “máxima eficiencia”, pues puede llevar a situaciones moralmente inaceptables.

Me explico. Por desgracia siempre he sido un niño bastante enfermizo (nada grave, pero me he resfriado docenas de veces) y eso me ha dado el privilegio de poder ver, en primera persona, toda la evolucion de la sanidad desde que tengo uso de razón.

El caso es que recuerdo que cuando era niño el médico me manda tropecientas medicinas cuando me ponía malo. Sin embargo con el tiempo me dí cuenta de cómo iban recortando presupuesto farmacéutico, de manera que cuanto mas años cumplía, para las mismas enfermedades me mandaban menos pastillas.

Esto lo podría asociar a circunstancias de la edad, pues también es verdad que un niño no tiene las mismas necesidades que un adulto, pero este mismo proceso lo he visto en mi círculo de conocidos.

No tendría más importancia si no fuera porque en los últimos años este criterio de ahorro de costes se está llevando al extremo. A mi ya se me quitan hasta las ganas de ir al médico, pues cada vez que voy me mandan agua y reposo. No me importa demasiado, pues soy relativamente joven, pero que esto lo hagan también con personas mayores, pues es el colmo.

Mi abuela a sus noventa y tantos es el puro exponente de los criterios que rigen la sanidad. Sus visitas a los doctores se podrían resumir en “pa que se queja si está usted muy bien para la edad que tiene” “lo que le mande no le va a servir de nada”.

Y doy fe, de que verdaderamente mi abuela está bastante bien para la edad que tiene, pero como todo ser humano, tiene problemas de salud y necesita determinadas medicinas, como todos. Que a mi no me manden cosillas, bueno, no me afecta especialmente, pero a ella…

En definitiva me preocupa que el recorte de gastos esté llevando a que rijan criterios de eficiencia. Pues, como todos sabemos, es productivo curar personas en edad laboral, pues forman parte de la mano de obra de un país, pero según estos mismos criterios, aunque sea moralmente inaceptable, es un desperdicio económico curar a un anciano. Si dejamos que rijan criterios de mercado en un servicio público, mal vamos.


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