Aunque se pueda discrepar quien originó la burbuja inmobiliaria, no cabe duda de que esta jamás se hubiera propagado de haber contado con la complicidad de los bancos. En su ansia por obtener grandes beneficios, no dudaron ni un momento en proporcionar capital a la especulación. Por ello en su actividad normal se convirtieron en bancos de especulación financiera e inmobiliaria.
Ante la situación actual, donde la crisis obliga a ser más comedido a la hora de prestar financiación, el frenazo de las actividades especulativas ha supuesto una grave crisis sistémica.
Cabe plantearse pues, si quizás no habría que modificar la actividad normal de los bancos o crear subdivisiones de estos para financiar claramente cada una de las actividades de la economía. Esto es, crear una serie de bancos especializados donde cada uno tenga clara la misión fundacional y dónde debe “invertir” su capital.
Asi por lo pronto y distinguiendo claramente entre la especulación financiera y la inversión productiva, se podrían crear 2 tipos de bancos. Los “bancos de inversión” y los “bancos especulativos”.
Llegados a este punto hay que matizar que los bancos de inversión actualmente existentes y aquellos que se arruinaron durante Octubre del año pasado no eran “stricto sensu” bancos de inversión sino más bien “bancos de especulación”. Estos invertían sus fondos en activos financieros bursátiles, asi como productos fruto de la sofisticada ingeniería financiera, que fueron creados única y exclusivamente para hacer ricos a sus propietarios pero que generaban poco o ningun valor añadido a la economía.
En sentido estricto, los bancos de inversión deberían ser aquellos que financian única y exclusivamente proyectos empresariales de forma directa, y no através de fondos de acciones. De crearse esta figura, la misión de estos bancos ayudaría a la creación de multitud de proyectos de inversión y a la generación de un tejido productivo con vistas a durar más tiempo y no sujetos (o al menos no tanto) a los designios del mercado bancario.
Frente a esta figura, podrían seguir existiendo, si se considera moralmente permitible, la existencia de los bancos de especulación. Su objetivo sería básicamente la intermediación y donde sus participantes tendrían claro desde un principio los riesgos de las inversiones especulativas. Personalmente, y conociendo los perjuicios de la actividad especulativa, me posiciono claramente en contra de esta idea, pero de permitirla, esta actividad debería estar claramente regulada para evitar que se especule con bienes de primera necesidad, e impedir que un sobredimensionamiento de este sector pudiera provocar fortísimas fluctuaciones en la economía.
Más aún hay que tener en cuenta que, de permitir la existencia de estas subdivisiones, no estaríamos alterando el funcionamiento actual del sistema capitalista, sino que unicamente lo estaríamos clarificando, por lo que se sabría exactamente donde se dirigen los capitales. De manera que la competencia entre la obtención de capitales podría ser igualmente perniciosa que reunir en un solo banco las funciones inversora y especulativa.
De ahí la necesidad de regular adecuadamente la actividad de ambos, para poder intervenir, si fuera preciso, en las actividades especulativas e impedir a la larga las fuertes fluctuaciones de la actividad productiva
Por último hay que reseñar que las posibilidades de generación de entidades bancarias son múltiples. Más que generar exclusivamente dos bancos, habría que clasificar una multitud de bancos clasificados en esas dos divisiones. De esta manera se podrían crear bancos hipotecarios, bancos de “especulación” en actividades bursátiles, bancos de inversión en empresas, bancos de depósito, bancos sin ánimo de lucro, etc… donde sería fácilmente determinable encasillar cada una de estas subdivisiones.
Los beneficios de esto serían enormes en una economía de mercado donde cada persona puede decidir hacer lo que quiera con su dinero. Tanto para los codiciosos como para los solidarios, habría una figura bancaria y no existiría el temor actual sobre que actividades acometen los bancos comerciales con nuestro dinero a la vez que sería mucho más fácil para las autoridades controlar la actividad de estos.
Ante la situación actual, donde la crisis obliga a ser más comedido a la hora de prestar financiación, el frenazo de las actividades especulativas ha supuesto una grave crisis sistémica.
Cabe plantearse pues, si quizás no habría que modificar la actividad normal de los bancos o crear subdivisiones de estos para financiar claramente cada una de las actividades de la economía. Esto es, crear una serie de bancos especializados donde cada uno tenga clara la misión fundacional y dónde debe “invertir” su capital.
Asi por lo pronto y distinguiendo claramente entre la especulación financiera y la inversión productiva, se podrían crear 2 tipos de bancos. Los “bancos de inversión” y los “bancos especulativos”.
Llegados a este punto hay que matizar que los bancos de inversión actualmente existentes y aquellos que se arruinaron durante Octubre del año pasado no eran “stricto sensu” bancos de inversión sino más bien “bancos de especulación”. Estos invertían sus fondos en activos financieros bursátiles, asi como productos fruto de la sofisticada ingeniería financiera, que fueron creados única y exclusivamente para hacer ricos a sus propietarios pero que generaban poco o ningun valor añadido a la economía.
En sentido estricto, los bancos de inversión deberían ser aquellos que financian única y exclusivamente proyectos empresariales de forma directa, y no através de fondos de acciones. De crearse esta figura, la misión de estos bancos ayudaría a la creación de multitud de proyectos de inversión y a la generación de un tejido productivo con vistas a durar más tiempo y no sujetos (o al menos no tanto) a los designios del mercado bancario.
Frente a esta figura, podrían seguir existiendo, si se considera moralmente permitible, la existencia de los bancos de especulación. Su objetivo sería básicamente la intermediación y donde sus participantes tendrían claro desde un principio los riesgos de las inversiones especulativas. Personalmente, y conociendo los perjuicios de la actividad especulativa, me posiciono claramente en contra de esta idea, pero de permitirla, esta actividad debería estar claramente regulada para evitar que se especule con bienes de primera necesidad, e impedir que un sobredimensionamiento de este sector pudiera provocar fortísimas fluctuaciones en la economía.
Más aún hay que tener en cuenta que, de permitir la existencia de estas subdivisiones, no estaríamos alterando el funcionamiento actual del sistema capitalista, sino que unicamente lo estaríamos clarificando, por lo que se sabría exactamente donde se dirigen los capitales. De manera que la competencia entre la obtención de capitales podría ser igualmente perniciosa que reunir en un solo banco las funciones inversora y especulativa.
De ahí la necesidad de regular adecuadamente la actividad de ambos, para poder intervenir, si fuera preciso, en las actividades especulativas e impedir a la larga las fuertes fluctuaciones de la actividad productiva
Por último hay que reseñar que las posibilidades de generación de entidades bancarias son múltiples. Más que generar exclusivamente dos bancos, habría que clasificar una multitud de bancos clasificados en esas dos divisiones. De esta manera se podrían crear bancos hipotecarios, bancos de “especulación” en actividades bursátiles, bancos de inversión en empresas, bancos de depósito, bancos sin ánimo de lucro, etc… donde sería fácilmente determinable encasillar cada una de estas subdivisiones.
Los beneficios de esto serían enormes en una economía de mercado donde cada persona puede decidir hacer lo que quiera con su dinero. Tanto para los codiciosos como para los solidarios, habría una figura bancaria y no existiría el temor actual sobre que actividades acometen los bancos comerciales con nuestro dinero a la vez que sería mucho más fácil para las autoridades controlar la actividad de estos.
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