viernes, 15 de febrero de 2008

Las lonjas y la falta de competencia (I)

Las lonjas surgieron en un momento de la historia hoy perdido en la memoria. Podemos encontrar antecedentes a cualquier supuesto origen de la lonja como mercado, en la historia de múltiples antiguas civilizaciones. En un lugar de fácil acceso, siempre se han localizado mercados donde se ofrecen todo tipo de productos. Empezamos con mercados convencionales, pasamos a las ferias, pero ante cierto cúmulo de excedentes y el flujo que permite una presencia casi constante de ciertos productos, surge la lonja especializada. Esta lonja es un referente para conseguir los productos que en ella se comercializan, por lo que a ella se refieren los compradores habitualmente y a ella llegan los productores.

Los productores pueden encontrar más rentable vender sus productos en un mercado propio al que ellos mismos pueden llegar con facilidad, formar y suministrar; pero el gran problemas que tienen es la aparición de la competencia en este mercado o la existencia de excedentes que no consiguen vender a pesar de su monopolio. La competencia ayuda a crear y multiplicar estos excedentes. La búsqueda de salida a dichos excedentes conduce al comercio y, en este, a la lonja.

Esta lonja histórica, que siempre ha dado mejores resultados al agricultor, al ganadero o al pescador, sectores económicos que aún hoy la usan; lo hacía porque la lonja menos importante atraía a un número considerable de compradores con posibilidades económicas bastante parecidas. Cada uno, intentando llevarse los mejores lotes que se pudiesen permitir. Estos lotes podían ser parte de uno aportado por un agricultor, parte de varios lotes... siempre que satisficiese las necesidades del comprador, dueño de un pequeño comercio en todo caso. Hoy, esto ha dejado de ser así.

Precisamente, que en otras épocas la venta de cualquier producto alimenticio se realizase en pequeñas tiendas, como en el caso de otras mercancías, hacía que la afluencia de compradores a las lonjas fuese siempre numerosa, que los acuerdos entre estos fuesen difíciles sino imposibles. Este elemento del comercio, indudablemente fue mucho más numeroso en otras épocas. Esto supone mayor cercanía e incluso cierta competencia entre lonjas cercanas. Hoy, el número de lonjas es más reducido y en ellas, hace tiempo, irrumpieron unos personajes que las han corrompido.

A finales del siglo XIX empezaron a surgir los grandes almacenes, a lo largo del siglo XX estos no sólo han crecido en el tamaño de cada gran almacén, en los distintos campos que estos abordan en el mercado, sino, además, en que se han ido formando redes cada vez mayores y, consecuentemente, con mayor influencia y poder adquisitivo. Esto es paralelo al crecimiento de industrias alimenticias como las industrias lácteas, por poner un ejemplo.

Hoy, vender leche a granel sólo es posible en ciertos ambientes muy concretos y asumiendo el riesgo de que un inspector cierre la explotación o imponga una fuerte multa. No sólo debido a las empresas lácteas, sino a las normas de seguridad e higiene impuestas. De no existir estas normas, estas empresas lácteas suponen una venta segura de los excedentes y una mayor obtención de beneficios frente al riesgo de la venta por cuenta propia. La cooperativa “Covap” surgió como alternativa a “Puleva” cuando esta última ofreció a los productores del Valle de los Pedroches, de donde se surtía, unas condiciones que no eran convincentes. El caso de los productos de las lonjas es parecido, pero con ciertas diferencias.

(Continuará...)

Realizado por M.a.r.c.

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